Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 38 segundosMarita Simonella, técnica y especialista en plagas del cultivo de algodón, analizó la situación actual del picudo en la región algodonera. En ese marco, explicó que las condiciones ambientales que se vienen registrando resultan favorables para el desarrollo de la plaga, que no es un problema nuevo, sino que se encuentra instalada desde hace tiempo en los campos de la provincia y del norte del país. Según señaló, el aumento progresivo de las temperaturas, sumado a una buena humedad ambiente y del suelo, genera un escenario propicio para que el insecto se desarrolle y se multiplique, por lo que advirtió que es necesario mantenerse en estado de alerta. Si bien el picudo tiene un rango óptimo de temperatura, aún no se han dado de manera sostenida varios días consecutivos con temperaturas extremas, superiores a los 35 o 37 grados, que serían menos favorables para la plaga. En cambio, la humedad ambiental del 50 al 60% acompañada por lluvias leves y frecuentes, mantiene el ambiente ideal para su desarrollo. Durante las primeras horas de la mañana se registran condiciones frescas y húmedas, mientras que a lo largo del día el calor se instala, configurando un esquema climático que continúa siendo funcional para el insecto. LAS CONDICIONES CLIMATICAS Simonella remarcó además que estas condiciones climáticas que benefician al picudo son, al mismo tiempo, las que favorecen al cultivo de algodón. “Después de un chaparrón el cultivo se pone espectacular, pero la plaga viene por detrás”, explicó, marcando la necesidad de prestar atención al manejo sanitario. Recordó que el año pasado, con una fuerte sequía y varios días consecutivos de calor extremo, el picudo no se vio favorecido, aunque tampoco el cultivo logró un buen desarrollo. En este contexto, subrayó la importancia de extremar las medidas de manejo, especialmente en un escenario donde la responsabilidad recae plenamente en los productores. Hizo hincapié en la correcta destrucción del rastrojo luego de la cosecha y en la necesidad de coordinar las fechas de siembra dentro de cada zona productiva para evitar cultivos escalonados. Además, advirtió que la ausencia de fechas obligatorias para la siembra y la destrucción de rastrojos hace indispensable el compromiso colectivo. “Si no marcamos el paso entre todos, el picudo siempre va a tener alimento y refugio”, sostuvo, destacando que el buen manejo y la responsabilidad compartida son claves para reducir la presión de la plaga en los lotes. EL TRABAJO COLECTIVO En relación al manejo del picudo del algodonero, Simonella remarcó que el trabajo colectivo siempre fue determinante, pero que en el escenario actual resulta aún más imprescindible. Señaló que la ausencia de organismos que fijen pautas claras no debe interpretarse como una habilitación para que cada productor actúe de manera individual, ya que ese tipo de comportamiento puede derivar en un desborde de la situación sanitaria y en consecuencias económicas muy costosas para todo el sector. En ese sentido, sostuvo que este contexto representa una oportunidad para que los productores se organicen y actúen con mayor responsabilidad, acordando fechas de siembra y cuidados desde antes de la implantación del cultivo. Indicó que, si bien el uso de trampas y feromonas presenta dificultades ya sea por falta de disponibilidad, problemas de difusión o vencimiento de insumos, siguen cumpliendo una función clave como herramienta de diagnóstico previo a la siembra. Según explicó, el monitoreo mediante trampas permite conocer el nivel poblacional del insecto y anticipar el escenario que se avecina, lo que habilita a realizar aplicaciones tempranas en función de las capturas registradas. Este manejo preventivo resulta fundamental para llegar a la etapa más vulnerable del cultivo, cuando comienzan a aparecer los primeros pimpollos, con una población reducida de picudo. Aunque la plaga no desaparece, el daño y el impacto económico se reducen considerablemente en comparación con situaciones donde no se implementa este tipo de estrategias. A ESTAR ATENTOS Simonella insistió en que el control del picudo debe abordarse desde un manejo integral e integrado, contemplando todas las prácticas agronómicas del cultivo para incidir indirectamente sobre la plaga. Advirtió que, con las condiciones climáticas actuales y las que se prevé que continúen, no será una novedad que el picudo prospere, aumente su población y se multiplique con mayor rapidez, lo que obliga a extremar la vigilancia en los lotes. Finalmente, subrayó la importancia de no descuidar el monitoreo a campo, especialmente cuando el algodón comienza a desarrollarse y se aproxima la aparición de los primeros pimpollos, momento en el que el picudo elige el cultivo como sitio de ataque. En ese marco, llamó a ser buenos vecinos, destacando que una conducta ética y responsable por parte de todos los productores no solo beneficia a cada establecimiento en particular, sino también al conjunto de la provincia y a la producción algodonera en general. Fuente: AGROPERFILES