“El girasol y el maíz hoy son más rentables que la soja”, asegura Adreani

Tiempo de lectura aprox: 5 minutos, 3 segundos

El consultor Pablo Adreani, plantea por un lado si es posible mantener la competitividad del agro con un dólar atrasado y afirma que “el girasol y el maíz hoy son más rentables que la soja”.

El consultor agropecuario y creador de El Faro Trading, Pablo Adreani, plantea un interrogante central para el sector: ¿es posible mantener la competitividad con un dólar atrasado y bajo una elevada presión impositiva que impacta directamente en los costos de los cultivos?

En una extensa charla con Agroperfiles Radio, Adreani indicó que esta discusión será determinante para entender el rumbo económico en los próximos meses, especialmente en relación con las decisiones del Gobierno nacional.

Explicó que, pese a las exigencias del Fondo Monetario Internacional respecto a una flotación libre del tipo de cambio, el Ejecutivo optó por mantener un sistema de bandas, intentando además frenar la caída del dólar oficial.

“HAY ATRASO CAMBIARIO”

Sin embargo, el analista cuestiona la afirmación oficial de que no existe atraso cambiario. Señala que los constantes aumentos mensuales o incluso quincenales en los combustibles generan un efecto dominó sobre toda la cadena comercial: transporte, fletes, labores, cosecha y producción. “El aumento del gasoil empuja la inflación y sube todos los costos”, advierte.

En ese contexto, sostuvo que el productor se ve obligado a vender más soja, maíz o trigo para cubrir los mismos insumos y servicios, salvo que los precios internacionales logren incrementos superiores a la inflación, algo que depende exclusivamente del mercado y no del Gobierno, advirtió.

Adreani mencionó que, mientras algunos economistas consideran que el tipo de cambio para mantener un equilibrio debería estar en torno a los $1.800, la realidad es que el dólar oficial se mantiene en el rango de $ 1.450 a $ 1.470, valor con el que el productor está obligado a operar sin posibilidad de modificarlo. Una situación que, según el consultor, define con claridad el escenario de competitividad que enfrenta hoy el campo argentino.

“POR LAS RETENCIONES, EL PRODUCTOR PREFIERE SEMBRAR GIRASOL Y MAIZ ANTES QUE LA SOJA”

El consultor privado, en tanto, profundizó en el impacto que tienen las retenciones sobre las decisiones productivas. Plantea que la evolución reciente del área sembrada es un reflejo directo de la política fiscal aplicada al sector. En los últimos dos años, el girasol aumentó su superficie en 800.000 hectáreas, mientras que la soja perdió 500.000 hectáreas en la campaña que se avecina. ¿A qué se debe?, se preguntó en la entrevista radial.

La explicación, según Adreani, es simple: el aceite de girasol tributa 4% de retenciones, mientras que el aceite de soja paga 24,5%. “Hay una política que discrimina a la soja y favorece a otros cultivos”, afirmó.

El maíz, que también creció en área, unas 150.000 hectáreas adicionales este año, tributa apenas 9,5%. Y se proyectan entre 800.000 y 1.000.000 de hectáreas de aumento en el área de siembra 2025/26, Frente a esa distorsión, los productores ajustan su estrategia hacia los cultivos que ofrecen mejor rentabilidad.

“El girasol y el maíz hoy son más rentables que la soja”, asegura Adreani, aclarando que su análisis excluye zonas de alto rendimiento como la región núcleo. En cambio, se refiere especialmente al norte argentino y a provincias como Chaco, donde la elección del cultivo está fuertemente condicionada por el contexto impositivo y económico.

LA BRECHA DE PRECIOS

Además, remarca que el productor no tiene capacidad de modificar ni el tipo de cambio ni las retenciones, por lo que debe adaptarse a las señales del mercado. Y en esa adaptación surge otra problemática: la brecha de precios según región. Mientras el girasol en Rosario se paga alrededor de 350 dólares, en Chaco ese valor cae a 300–305 dólares, debido al descuento del flete que aplican los compradores.

Ese mecanismo del trading termina perjudicando al productor chaqueño, que carece de industrias cercanas capaces de procesar el girasol y ofrecer precios más altos. “Tiene que vender en Rosario y aceptar el descuento del flete”, explica. Incluso menciona que empresas como Unión Agrícola Avellaneda se encuentran pagando valores por encima de lo habitual para la época de cosecha, aunque el diferencial sigue sin compensar las desventajas logísticas que enfrenta la región.

CHACO: GIRASOL PRIMICIA, PRECIO INCIERTO

Adreani destaca un aspecto clave para comprender la dinámica del mercado: el Chaco, el norte y el NEA producen el girasol primicia, es decir, el primero que ingresa al circuito comercial.

Este factor, señala, permite mirar el futuro del cultivo con menos pesimismo, especialmente por lo que ocurre en el mercado internacional del aceite.

A diferencia del aceite de soja que suele debilitarse en época de cosecha, el aceite de girasol mantiene precios firmes gracias a una demanda internacional muy activa. En los últimos dos años, el aumento del área sembrada permitió incrementar la capacidad de molienda, lo que a su vez impulsó las exportaciones.

India se consolidó como el principal destino, con cerca de 650.000 toneladas, mientras que Irak ocupa el segundo lugar con poco más de 100.000 toneladas. Con estos dos países absorbiendo alrededor del 70% del saldo exportable, el consultor advierte que la situación también presenta riesgos: cualquier cambio en la demanda india podría generar un escenario bajista para los precios.

MERCADO SOSTENIDO

Sin embargo, por ahora la firmeza del mercado continúa. “El precio del aceite de girasol no baja; ese es un indicador de un mercado sostenido”, remarca. Aunque reconoce que la evolución es semana a semana y depende de variables externas, sostiene que los fundamentos actuales invitan a la cautela pero no al pesimismo.

En ese contexto, Adreani recuerda una cuestión básica para el productor: lo esencial es tener cosecha. Con producto disponible, aunque los precios no sean los ideales, siempre existe la posibilidad de vender. Sin cosecha, aun con valores más altos, no hay margen de acción.

También menciona una particularidad del cultivo: el girasol es difícil de almacenar en el campo si no se cuenta con silos metálicos propios, y no está claro cuán seguro resulta su almacenamiento en silo bolsa, a diferencia del trigo, el maíz o la soja. Por esa razón, muchos productores se ven obligados a entregar el grano en plena cosecha, ya sea vendiendo al precio disponible o cumpliendo contratos previamente pactados, lo que constituye otro factor que condiciona las decisiones comerciales.

EL ESCENARIO INTERNACIONAL

Adreani analizó el escenario internacional y advierte que la tensión comercial entre Estados Unidos y China tiene efectos globales, pero su impacto en Argentina no se refleja de manera directa por las particularidades propias del mercado local.

Explica que la política arancelaria impulsada por Donald Trump no sólo afectó a China, sino también al resto de los países, generando fuertes distorsiones en los flujos de comercio internacional. Al encarecer las importaciones, Estados Unidos elevó sus propios costos internos, afectando tanto a sus productos como a los bienes que compra en el exterior.

En el caso del mercado de la soja, China,  que en su momento llegó a adquirir 30 millones de toneladas provenientes de Estados Unidos, confirmó compras por apenas 2,5 millones de toneladas, a embarcar recién durante 2026. Esa reducción genera un escenario de menor demanda para la producción estadounidense y ha tenido impacto en la plaza de Chicago, donde la soja subió 30 dólares en el último mes y medio.

En contraste, en Argentina el aumento fue de apenas 4 dólares, una muestra clara de que el mercado local hoy está divorciado de Chicago.

DESACOPLE POR FACTORES INTERNOS

Adreani atribuyó este desacople a factores internos: atraso cambiario, retenciones elevadas y la falta de acceso del productor al financiamiento necesario para retener mercadería. A esto se suma un elemento decisivo: el driver que define el precio de la soja en Argentina es el margen de molienda de la industria aceitera. Actualmente, ese margen es negativo entre 20 y 25 dólares para los meses de diciembre a febrero. Para la soja nueva, en cambio, es prácticamente nulo o apenas positivo.

Esta situación explica que el precio de la soja nueva cotice 26 dólares por debajo del disponible, compensación aplicada por la industria para evitar pérdidas. “Es matemático”, señala el consultor, quien afirma que sigue este movimiento todas las semanas.

500 MIL HECTÁREAS MENOS DE SOJA

El analista también recordó que, si bien este año se sembrarán 500.000 hectáreas menos de soja, eso no implica una caída proporcional en la producción. La campaña pasada se perdieron entre 6 y 7 millones de toneladas por la sequía; sin ese factor climático, la producción podría volver a niveles cercanos a las 50 millones de toneladas, aun con menor área implantada.

Otro dato clave es la exportación extraordinaria de poroto de soja durante la campaña 2025: de las 4 millones de toneladas previstas inicialmente, se terminarán enviando entre 12 y 13 millones, con China como uno de los principales compradores.

Para la próxima campaña, esa demanda excepcional no se repetiría, por lo que el consumo interno de la industria aceitera volvería a ser el principal destino.

Con márgenes industriales neutrales o levemente positivos, Adreani consideró que el precio de la soja nueva estaría encontrando un piso, aunque aclara que el análisis debe hacerse semana a semana, ya que la evolución del mercado puede cambiar conforme se modifiquen las variables locales e internacionales.

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *